El hecho de que Twitter bloqueara mi cuenta por una palabra, y me hiciera revisar mi feed para eliminar tweets del 2012, hizo que terminara viajando al pasado.
Quizá a ese sentimiento de nostalgia por viajar al pasado, se le sumó la paz que se siente cuando tomas algunos días libres, en los que uno siempre reflexiona de su vida, sumado a los días fríos que hemos tenido en la ciudad.
Recorrer mi cuenta de Twitter (y la de @ka_volta) con tweets del 2012, 2011 y 2010 me hizo recordar no sólo aquellos tiempos. También trajo a mí pensamientos (maduros e inmaduros) de entonces, a las personas que apreciaba en ese momento y cómo nuestras vidas se alejaron.
Me dolió que Twitter cuestionara una publicación tan vieja, pero eliminarla no me costó gran cosa. Me permitió ver que ya no concuerdo tampoco con lo que dije en ese entonces. No era nada grave, era una respuesta sarcástica, que fuera de contexto definitivamente suena mal.
En estos días en los que la cultura de cancelación por acciones pasadas está a la orden del día viene bien analizar quiénes éramos en ese entonces, y ver si hemos aprendido algo. Igualmente es importante ver qué valores teníamos, cuales perdimos o con qué ideales deseamos continuar o retomar.
De mi viaje en Twitter pasé a Instagram. En esta otra red social me fui deteniendo en momentos que me había gustado recopilar y en la minuciosa atención que había estado dándole a capturar cada momento. Luego me topé con fotografías compartidas con personas que ya no comulgo, pero que aun así, me parecían momentos bien chidos de guardar. No pensaba eliminarlas.
Lo que me llevó a darme cuenta que había personas especiales que se fueron perdiendo. Algunas ni siquiera recuerdo porqué. Otras perfectamente sé cómo se rompió todo, y que me habría gustado haberlo manejado mejor. Aun así creo que no porque las cosas no resultaron como pensaba, es necesario borrar ese recuerdo*, ni porque sentir arrepentimiento de que esas personas tocaran mi vida. Hay ciclos que cumplir, y aunque nunca nos volvamos a ver o compartir lo que se tenía, no es necesario arrepentirse del pasado**, si no hay que aprender de él.
Aunque parezca una situación nostálgica casi melodramática y triste, viajar al pasado sirve para llenarnos el corazón en el presente, y darnos pistas de lo que queremos para el futuro. A mí por lo menos me ha dejado con la sensación de querer hacer varias cosas de ese entonces, como volver a hacer mis críticas de lugares para comer, fotografiar, compartir historias, dejar un recuento de mi presente para el futuro, para cuando quiera volver a hacer otra de esas travesías por otros tiempos tenga que mirar.
*Aunque si creo que de los ex-novios y gente tóxica – por salud mental – nos debemos deshacer de todo, pero esa es otra publicación 😂
**En el caso de amigos perdidos que aún creemos que se puede hacer algo, también creo que una llamada, un correo o un mensajito en redes sociales puede hacer mucho, aunque sea un “hey espero que todo vaya bien, abrazos”.
Sobre la ilustración: Después de varios meses con falta de inspiración para mostrar en imagen lo que quería decir con este texto, logré llegar a esta imagen en la que muestro redes, un poco de los pensamientos cósmicos que me llegaron con este episodio y les dejo una pista para el siguiente #LunesEnTacones.