Corría el año 2007, y era paz y armonía. Las películas de superhéroes duraban a lo mucho dos horas, y tenían dos secuelas.
La industria cinematográfica se había graduado de presentar a los encapuchados como fuentes infinitas de bondad y heroísmo, y se enfocan más en la lucha interior del bien contra el mal. “The Dark Knight” siendo la mayor exponente de esta etapa oscura. En las calles, la gente usaba camisetas de Spiderman, Superman y X Men sin saber que por lo menos por los próximos 15 años la cartelera estaría repleta de banda con poderes, capas y armas de última tecnología.
Curiosamente, la tendencia de hacer películas llenas de acción y héroes sobrenaturales se origina en cada generación por una película que no tiene un superhéroe en su centro. La primer gran ola de películas basadas en cómics, inaugurada por “Superman” (1978) fue inspirada por el éxito de “Star Wars A New Hope (Episode IV)” (1977) en taquilla.
Esta generación sería definida por piezas que les hijes de los noventas (como yo) reconocerán inmediatamente: “Las Tortugas Ninja” (1990), todas las de “Superman”, “Batman de Tim Burton” (1989), dos películas de los “Power Rangers” (1995 y 1997) así como deconstrucciones del género como “Robocop” (1987), “Darkman” (1990) y “Mystery Men” (1999). Igualmente “Matrix” (1999) a su vez influenciada por “Blade” (1998), con su amplio presupuesto para efectos especiales, influenciaría a la industria a dedicar cada vez más dinero a grandes escenas de acción con peleas cada vez más escandalosas y costosas.
Las 3 películas de “X Men” (2000 en adelante), “Daredevil” (2003), “Hulk” (2003), “Fantastic Four” (2005) y sus deconstrucciones como “Watchmen” (2009) y “Unbreakable” (2000), por mencionar algunas.
La generación de “Blade” tuvo su mayor exponente en “Spider-Man” (2002) de Sam Raimi, una adaptación que rompió récords de taquilla (en aquel entonces) y que puso las películas de Marvel en el mapa. Hasta ese momento, los superhéroes de DC habían dominado las adaptaciones y eran vistas como la apuesta segura para los estudios cinematográficos. Marvel había estado en una constante y saludable competencia con DC. La compañía que inventó los superhéroes, siendo el primero Superman. De las dos, Marvel era vista como la que los hizo más tangibles como personajes, teniendo éxitos como Los Cuatro Fantásticos, Hulk y Spiderman. Sin embargo, por allá de los noventas Marvel estaba llegando a la quiebra y para salir decidió vender los derechos cinematográficos de sus propiedades.
Es aquí donde tenemos que tomar un certero clavado hacia el campo de lo legal, pues las razones por las cuales estamos donde estamos actualmente (y más claramente, la última película de Spiderman) no pueden ser explicadas de otra forma.
Cuando una compañía crea una propiedad intelectual (es decir una canción, un dibujo, un personaje o incluso una frase) y no quiere invertir directamente en su explotación (o sea hacer el plato con la cara de “Winnie The Pooh”) puede expedir una licencia. La licencia le da el permiso a otra compañía de usar la propiedad intelectual en lo que ellos especifiquen. Si quiero hacer unas camisetas de Pokémon, tengo que pedir permiso a Nintendo (porque son los dueños de la propiedad). Si me dan permiso, se acuerda un contrato con ellos en el que se especifica cuánto tiempo puedo usarla, en qué medios y cuánto se va a cobrar por ello. Algunos contratos pueden ser de una cantidad de dinero fija por el uso, o incluir que se le pague a la compañía parte de las ganancias de ello. Este tipo de tratos son comunes en la industria del entretenimiento y son la razón por la cual a veces el osito bimbo está acompañado del personaje principal de la película popular para niños del momento.
En la actualidad, es mucho más común conocer una compañía que hace de todo. Disney, por ejemplo, ha explotado sus personajes en forma de parques temáticos, cruceros por el mundo, series de televisión, tazas, teléfonos, juguetes en McDonald’s y demás. Sin embargo, el Marvel de los años noventas era una editorial sin mucho deseo de hacer otra cosa que no fueran cómics y juguetes (de dónde venía la mayor parte de su dinero) y por lo tanto, licenció sus personajes a diferentes compañías cinematográficas, esparciendo sus propiedades intelectuales por todos lados. X Men y Los Cuatro Fantásticos se fueron a Fox, Spiderman y Ghost Rider a Sony y Hulk a Universal. Estas películas eran vistas como las franquicias más populares de Marvel en aquel entonces, y por lo tanto como una buena inversión. Marvel creó una división encargada de co-producir las películas, para conservar en la manera de lo posible su visión de los personajes. Por supuesto, la industria del cine sólo nos deja ver las películas que lograron producir y lanzarse, y sin duda hubo muchas licencias que Marvel otorgó para películas que nunca se hicieron, lo cual revertía los derechos de regreso a Marvel (o los compraban de regreso).
Sin embargo, en algún punto (por ay de cuando salió The Dark Knight) Marvel había tenido bastante éxito con sus co-producciones, en especial Spiderman, y empezaron a pensar sobre producir sus propias películas. Pero, ¡oh no! Sus superhéroes estaban licenciados a distintas compañías, dejándolos con propiedades que nunca habían visto la luz y que eran riesgosas. Así que Marvel empezó un macabro plan de apoderarse del mundo cinematográfico con uno de los únicos héroes que les quedaba: Iron Man.
La idea de Marvel era ir construyendo un universo cinematográfico en el que todas las películas fueran parte de una gran historia en la que su personajes pudieran interactuar y que las acciones en un línea diera pié a otra, como en sus cómics. Empezó entonces el magno plan de traer al cine los Avengers, una apuesta que ha demostrado ser una de las mejores ideas en la historia del cine. Para que se hagan una idea, de las diez películas que más dinero han generado de toda la historia, cuatro son de Marvel y tres son de los Avengers (nadie ha podido destronar a Avatar todavía, no sé por qué. Nadie se acuerda de Avatar.)
Entonces, ahí estaba Marvel haciendo películas taquillerísimas con superhéroes como Thor y Antman. Mientras tanto, Sony no soltaba a Spiderman. Incluso en su punto más bajo las películas de Spiderman hacían buen dinero. Lo suficiente como para que jamás pensaran en regresarle los derechos a Marvel. El contrato en este caso especificaba que Sony tenía que hacer una película de Spiderman cada determinado tiempo, las cuales empezaron a generar cada vez menos dinero en taquilla y en el 2011 Sony estaba en problemas económicos (por esta y otras decisiones). Así que Disney (ahora dueña de Marvel) y Sony se sentaron a negociar y acordaron dividirse las ganancias del arácnido. Sony se quedaría con las ganancias de venta de boletos, y Disney con la venta de la mercancía. Esto permitió a Disney usar a Spiderman en el universo que ya habían creado y el resto lo estamos viviendo right now: casi quince años y veintiocho películas después.
Supongo que la respuesta a mi propia pregunta es “Porque hacen un buen de lana”.
SPOILER ALERT PARA LA ÚLTIMA PELÍCULA DE SPIDERMAN. En la última película de Spiderman, salen todos los Spidermans de las películas pasadas, efectivamente triplicando la cantidad de juguetes y mercancía que puedes vender por una sola película. Es una movida sumamente inteligente y que seguramente será imitada por otras compañías. Así como la de los Avengers fue imitada por la “Liga de La Justicia”, “Ready Player One” y “Space Jam 2”. Mientras más propiedades intelectuales poseas y combines, más público puedes alcanzar, y Disney/Marvel ha sabido perfectamente cómo surfear esa ola.
Salu3, banda!
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