Son pocas las bandas que sobreviven sin contratiempos a un movimiento tan radical y drástico en su estructura como el de cambiar de vocalista
Por: Joanna Rubio. Fotografías de Photomonroy Music
La Oreja de Van Gogh no solo ha logrado mantenerse en los primeros lugares de popularidad por 20 años, sino que además nuestro corazón ha sido capturado por la voz de Amalia, a quién no le hace nada de sombra la Oreja de principios del 2000.
Esto lo menciono por que como yo tenía mis dudas (y una sensación de melancolía) de que la nueva vocalista lograra llevarme a esos momentos de cursilería a los que estaba acostumbrada con la
banda en sus orígenes, mi sorpresa fue que no solo la presentación en vivo de Amalia es extraordinaria, sino que también logra conmoverte hasta las lágrimas.
La Oreja de Van Gogh trae un espectáculo en vivo sencillo y bohemio, la iluminación juega un papel importante que hace que cada canción tenga su propia esencia al ser interpretada, los músicos
y Amalia emanan tanto carisma que es como ver a un grupo de amigos de toda la vida contándote la historia de su planeta imaginario. Durante la noche, no faltaron las muestras de solidaridad por los sismos del mes de septiembre, ni los mensajes de fuerza contra la violencia hacia las mujeres, el show en resumen es para disfrutarse de pie.
Otro gran plus y que la audiencia de mayor edad (como su servidora) agradecimos, fue que interpretaron varias de las canciones viejitas, aquellas que en la secundaria cantábamos mientras escribíamos cartitas de amor con plumas de colores. Lo más bonito de todo el concierto fue ver la complicidad de los presentes, lágrimas, risas, gritos frenéticos y mucho baile, pero sin nada de pena, todos sabíamos que estábamos en un espacio seguro para sacar las flores y el terciopelo que llevamos dentro. Gracias Oreja de Van Gogh por una velada inolvidable.