Comencé a escribir “Monday On Heels”, a finales de Diciembre 2012. Tenía días escribiendo cosas sin orden o sentido para una sección que entonces se llamaba “Voltaísmo”. Pero, me hacía falta un espacio para escribir lo que salía de mi mente.
Siempre que recuerdo esa parte de la historia de mi columna, mi memoria evoca al libro de Virginia Woolf, “Una Habitación Propia”. Desde que lo leí me quedó claro que es importante que uno tenga un espacio para decir y contar lo que le venga en gana, y así fue como surgió esta columna.
Durante estos días de vacaciones la reflexión, la melancolía y las esperanzas me han seguido. Entre mis piensos y sentimientos me di cuenta que por alguna y otra razón el año pasado dejé atrás mi habitación. Mis “Lunes En Tacones” se habían quedado atrás. Ese espacio tan mío donde podía vociferar o tan solo contar una historia estaba perdido. Aun cuando intenté revivirlo en algún punto del año.
Así como hice cavilaciones sobre mi renuncia al ejercicio lo hice con esto también. Me di cuenta que algo ya no me llenaba de la columna. Empezando por el nombre. Desde hace un tiempo atrás había estado cambiando el contenido de Kä Volta – tanto en la web como en redes – para que todo ó lo más posible estuviera en español. Dejamos de utilizar anglicismos con la idea de que el público hispano encontrara un contenido claro y completamente en su idioma. Esa meta era difícil, sobre todo cuando la industria de la moda está plagada de frases, en inglés y francés: hot, trendy, mediakit, ready-to-wear, couture… las que se te ocurran. Con el paso del tiempo habíamos logrado quitarnos esos vicios, pero “Monday On Heels” seguía con el título en español.
El cambio del nombre
Al principio pensé que debía terminar “Monday On Heels”. Creía que si el nombre cambiaba debía empezar una historia nueva. El primero que pensé “El Diario Público” de Ana Volta, el nombre que tuvo mi primer blog por allá de 2003. Armé la idea de esta “nueva columna” y al final terminé creando un “Monday On Heels” pero con otro nombre. Fue frustrante.
Atorada llevé mi idea de nombre a una mente más fresca. La respuesta fue: “el nombre no me gusta”, me gusta más “Monday On Heels”. Ensimismada en estos pensamientos de pronto mi suegra sin conocer de antemano mucho la historia me dijo: “leí una columna en tu revista… era algo sobre un cajón”. Confieso que me puse nerviosa. Quienes escribimos rara vez pensamos en qué piensan quienes nos leen. (Los autores que dicen que si, mienten. Esto de escribir es un ejercicio liberador del ego. Yo cuento la historia otros la leen, uno a veces no espera retroalimentación). Así que cuando alguien cercano lee lo que escribes te pone nervioso, esperas no haber dicho nada comprometedor. (Confieso que lo primero que me pregunté fue “¿qué rayos escribí?”)
Mi nerviosismo se calmó cuando me dijo que le había gustado. Luego me contó sobre sus ganas de escribir. Ojalá se anime a hacerlo. Me encantará leerla algún día también. Después de esta charla la hice partícipe de mi idea sobre el nombre y regresé a lo mismo. Cambiar el nombre no tenía sentido. Era más una cuestión de idioma.
Volví al principio:“Monday on Heels” = “Lunes En Tacones”, en español y decía lo mismo. Edité el logotipo original para que rezara estas palabras en español y todo estaba listo.
Al conversar con uno de mis mejores amigos – el mercadólogo – le mostré la imagen y me dijo “No me gusta. No suena del todo bien. ¿Por qué no pruebas con la regla de tres elementos”. Y tras esto allí estábamos jugando con cuanta combinación surgiera de nuestras mentes. ¡Ninguna me convencía! Al final me ajusté a “Lunes, rizos y tacones”.
Pasados unos días, cuando me disponía a hacer la nueva imagen, con este nuevo nombre… ¡Mi cabeza volvió a dar vueltas! No. No me gustaba y seguía pensando en “Lunes, ¡en tacones!”. Primero creí que era la tristeza de que esa fase había terminado. Estaba al borde de un ataque y a horas de que la nueva nota saliera, así que decidí tirar una moneda. (Alguien me dijo que cuando tiras una moneda, en el fondo ya hiciste tu elección).
Y ganó “Lunes, ¡en tacones!”
La confirmación de que el nombre era el correcto (tras echar un volado) llegó cuando estaba reorganizando en la página la columna. En primer texto en el que explico qué es “Monday On Heels”, en el párrafo final saludo a los lectores diciendo: “Bienvenidos a los Lunes en Tacón”. ¡La respuesta había estado allí todo este tiempo! Yo misma había explicado que así se llamaba, y es así como estamos hoy aquí. En Lunes, y en tacón.
Por lo que nuevamente les doy la bienvenida a estos Lunes, ¡en tacones! otra vez, pero ahora sí totalmente en español.
Sobre la ilustración. Me inspiré en cosas que me motivan. Los libros de moda y los tacones. Además elegí libros en español que realmente están en mi escritorio, por que creo que tenemos que fomentar los contenidos en nuestro idioma, sobre todo en línea. Agradezco a los tres platicadores que estuvieron en mi casa bebiendo gin-tonic, mientras dibujaba. #UstedesSabenQuienesSon
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