Sophia Jimenez es una drag queen mexicana que se ha posicionado en los ojos de público mexicano gracias a su participación en el reality show “La Más Draga 2”. Con 25 años de edad y más de 10 años haciendo show travesti y drag, hoy en día es considerada una digna exponente de este perfomance
Nuestra infancia y adolescencia está llena de sueños por hacer y metas por cumplir. Es ahí cuando nuestra mente vuela y nos posiciona en escenarios deseables. Doctores, maestros, actores, astronautas y muchas cosas más soñamos que podemos ser. Sin embargo hay sueños que nos jalan, nos arrastran y nos llevan por un camino que nunca imaginamos. Así le pasó a Sophia Jimenez, o más bien dicho, así fue cómo Sophia Jimenez jaló al bajo mundo de la noche a Guillermo Zetina.
Por: Rob Hernández, @Robsmx
Fotografías: Carlos Rojo, @zaudare
De adolescente, Guillermo soñaba con ser arquitecto. Su facilidad por el dibujo lo llevaban a crear personajes, lugares y objetos. Prácticamente materializaba todo lo que llegaba a su mente y lo plasmaba en una hoja en blanco. A los 14 años, su vida era un completo lienzo virgen que poco a poco se fue llenado de color, de brillantina, lentejuelas y las luces de los escenarios.
Originario de Mérida, Yucatán, se mudó a Guadalajara para liberarse de situaciones que no le agradaban en su vida. Su admiración por chicas del show nocturno de la ciudad le ayudó a decidirse por la perla tapatía. Llegó y su sorpresa fue encontrarse ante una situación personal que le hizo alejarse del show, y de Sophia Jimenez por más de 6 meses. Pero los sueños y el destino no preguntan, arrebatan. Así fue como Sophia Jiménez regresó a la vida de Guillermo para quedarse y para caminar de su mano hacia el éxito.
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Guillermo, antes de ser conocido como Sophia Jimenez, vivió y creció en la ciudad de Mérida, Yucatán. Hijo de madre soltera, siempre tuvo una relación muy cercana con ella. Eso cambió al momento en que ella se enteró que Guillermo era homosexual. Se dejaron de hablar por dos años y así es como él inicia su vida independiente fuera de casa.
De sus recuerdos de cuando era niño tiene muy presente que su madre lo vestía con hipiles, traje típico para mujeres de la región. En forma de broma, hoy le reclama a su madre que gracias a eso, él se hizo gay.
Las tradiciones y las creencias de ciudades pequeñas están muy arraigadas en sus habitantes. Cuando de pequeño vestían a Guillermo con el hipil, era por la creencia de que si vestían así a los niños crecerían más bonitos. Pareciera que Guillermo tomó muy seriamente esa creencia para verse más bonito, solo que le agregó pelucas, maquillaje, tacones y rellenos.
Desde los 14 años, trabajaba en el entretenimiento para quinceañeras. Era el apuesto galán que iba a las fiestas y les bailaba, por lo cual tenía una presencia varonil. Al mismo tiempo comenzó a salir con un hombre, que era gerente de un bar de Mérida, y su mejor amigo era una legendaria travesti de la región, “Mamiblue”. En una ocasión, necesitaban la participación de chicas bailarinas para un show de ella. Es aquí cuando surge el primer acercamiento de Guillermo con su némesis, Sophie. Su novio le pide de favor que si podía vestirse de mujer y participar en la coreografía.
A Guillermo le costó trabajo aceptar. En ese entonces no tenía muy buenas referencias de los travestis de Mérida, “no me gustaban porque siempre estaban sudando, oliendo a sudor, el maquillaje grasoso. Pero Mamiblue no, ella siempre estaba impecable, con telas finas, mucho perfume y joyas verdaderas. Solo por eso acepté”.
De esta manera hizo su primer show vestido como mujer. Recuerda que portaba una peluca negra, un payasito plateado y unas botas. La primera sensación que vivió en ese momento fue incomodidad. No estaba acostumbrado a la cantidad de ropa y elementos que se necesitaban para representar el personaje. Sin embargo al verse al espejo, reconoció a una mujer guapa que llenaba sus expectativas personales, “a parte, era la más guapa de todas las del show”, recuerda Sophia Jimenez.
Esa primera experiencia la dejó con ganas de seguir haciéndolo. Sin embargo tuvo que eliminar ciertas manías y tabúes que le impedían desarrollarse de una mejor manera en el escenario. Al principio Sophia Jimenez era muy tosca, ya que su trabajo con quinceañeras le pedía movimientos varoniles y menos suaves. Al decidir explorar el camino del travestismo lo primero que tuvo que aprender fue a contonearse y perder la vergüenza a ser femenina. Aprendió a desarrollar su personaje y vivir su feminidad, de la misma a manera que vivir su lado varonil en su día a día, cuando no está en personaje.
Al inicio de su carrera en el travestismo, su entonces novio le dijo que lo pensará muy bien, porque los travestis no se enamoran. Esta frase se quedó muy grabada en Sophia Jimenez, la impactó demasiado. Hasta la fecha no sabe a qué se refería. Sin embargo, hoy su vida le da una posible respuesta. El mundo drag y travesti es un mundo que transcurre de noche, en varios lugares, estas muy cerca del alcohol, las drogas, los excesos.
“… si me lo decía porque no tienes tiempo de tener una relación por las ocupaciones que implica ser travesti o drag, le doy la razón”.
Después de esa primera vez, la invitaron a seguirse presentando. Las más experimentadas, como Mamiblue, reconocieron que tenía un talento nato para el show nocturno. Hay una anécdota muy especial que recuerda Sophia Jimenez. su segunda vez dando show, fue cercano a la navidad. En esa ocasión le tomaron una foto con un payasito rojo. De alguna manera, y a pesar de que en ese momento estaban distanciadas él y su madre, esa foto su mamá guarda como un preciado tesoro. Misma que sirve para presumir el trabajo que hoy en día hace su hijo como Sophia Jimenez.
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Una vez que decidió dedicarse al show, vivió muchas envidias por parte de otras compañeras. Nadie la enseñó a maquillarse. Nadie le auxilió para tener un mejor desempeño en el escenario, todo lo hizo de manera autodidacta. Se ponía detrás de ellas, observaba cómo se rayaban, como hacían el contour, cómo se difuminaban y ella practicaba en su casa. Incluso veía fotos de otras chicas tapatías como Ricky Lips, Mía García, Charly Palace o Michelle Rivera y trataba de imitarles el maquillaje. Lo comenzó a perfeccionar a tal grado que las mismas chicas que alguna vez le dieron la espalda, llegaban a preguntarle por su técnica.
A pesar de no vivir en el closet como gay, sí vivió mucho tiempo en el closet del bar, literalmente. Ella tenía 14 años cuando comenzó a trabajar el bar Pray. Por lo tanto cada que llegaba una inspección al lugar, Sophia Jimenez era la primera en correr a esconderse detrás de cajas de pelucas y vestuario. O salir corriendo por la puerta trasera, esconderse en coches o huir en taxis. Así se forjó Sophia Jimenez, con disciplina, tozudez y determinación por lo que quería hacer.
La primera artista que le designaron para imitar fue Alejandra Guzmán. Su fuerza escénica y su desenfadada personal vieron nacer a Sophie Show, como era conocida en Mérida. La veían chiquita, enérgica y con determinación, ahí comenzó el nombre que la acompaña hasta hoy. Bautizada por Mamiblue, quien la apoyó de una gran manera en sus inicios en el show. Quizá el representar a Alejandra Guzmán en su debut, no fue casualidad. Sin embargo sus ambiciones para imitaciones cruzaban fronteras, por lo que Beyoncé fue la primera artista que ella decidió realizar. Hasta la fecha es el personaje que más le gusta imitar. De ella no solo imita su talento al cantar o bailar, si no su visión de vida y de mujer empoderada. Un ejemplo para Sophia Jimenez.
Después de experimentar el escenario como bailarín, bailarina e imitadora, comenzó la oportunidad de hacer drag. Gracias a un relevo generacional comenzó a hacer drag en el antro. De los 14 a los 17 años adquirió las tablas en los show nocturnos de Mérida que le servirían para triunfar en otra parte del país.
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Dicen que pueblo chico, infierno grande. Hubo un momento, que a los 18 años Sophia Jimenez buscó empezar de cero. Mérida la sentía chica para su futuro profesional. La situación con otras chicas del show, las envidias y situaciones personales la orillaron a dejar su ciudad natal. Las opciones eran Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, que son los lugares donde ella creía que podía tener mayor proyección dentro del show nocturno.
Guadalajara fue la opción. Ya tenía 18 años, así que ya no tendría que esconderse, nada la podía detener. Por medio de Facebook contactó a varios clubs nocturnos de Guadalajara. Blackcherry fue el que le dio la primera oportunidad de presentarse en tierras tapatías. Fue un viaje previo a dejar Mérida en el que vino por primera vez a probar suerte. Pero ese viaje en el que conoció a personas que fueron clave en el desarrollo posterior de su carrera. Su amiga Sirena y su próximo novio.
Prácticamente el amor fue a Mérida por ella y se la trajo a Guadalajara. En su primera participación en el antro Blackcherry, conoció un chico que quedo enamorado de él. Este fue y se lo trajo a vivir a Guadalajara. En ese entonces, no sabía que lo que la trajo a Guadalajara, fue lo que lo alejó por casi 6 meses de lo que más amaba hacer, el show nocturno.
Su novio de ese entonces le pidió que dejara de hacer show. En nombre del amor, lo intentó. Trabajó en Forever 21, dio clases de pole dance y ritmos latinos. Se trataba de mantener ocupado. Pero algo le hacía falta, Sophie Show, como la llamaban en ese entonces, era esa otra parte de su ser que extrañaba. Su ex lo notó y le comentó “Extrañas dar show, ¿verdad?” Guillermo no podía ocultar la tristeza y frustración que sentía. Acto seguido, su entonces novio le compró todo lo necesario para que regresara a la vida nocturna.
Sophia estaba de vuelta, ahora como Sophia Jimenez. Comenzó a ser parte del show en el Club Yeye, donde desde hace 5 años ha crecido en el espectáculo junto a otras compañeras. Ahí es donde conoce por primera vez a una de las chicas que la inspiraba cuando vivía en Mérida, Michelle Rivera. Ella se convirtió en su tía cuando llegó a ser parte de Club Yeye; Sophia Jimenez encontró una familia que por más de cinco años la han acompañado en Guadalajara.
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Guadalajara fue la ciudad de catarsis de Sophia Jimenez, donde renació y donde vio su crecimiento personal. Al tiempo de haberse venido a radicar a la perla tapatía, su mamá entró en una tristeza por tenerla lejos. Sus tías se comunicaron y le dijeron que la vendría a visitar. Ella no estaba muy emocionada por la situación que vivieron cuando ella le dijo que era gay. Un día llegó su mamá, limaron asperezas y decidió salir a conocer la ciudad, en lo que Sophia Jimenez hacía sus labores cotidianas. Al regresar a casa por la noche, su mamá no había llegado. Más de 10 horas en la calle y sin saber nada de ella. Escucha que abren la puerta, entra y le dice “Muy bonita Guadalajara, anduve en la Gran Plaza. Ya tengo trabajo, inicio en un mes”. Y así es como su madre se mudó a Guadalajara, para estar más cerca de su hijo.
Con el tiempo, la mamá de Sophia Jimenez comprendió que se había equivocado con su hijo. Y daba gracias que su historia no había tenido un triste desenlace como otras historias mostradas en películas, por ejemplo “Prayers for Bobby”. Desde entonces, su relación ha sanado, e incluso su madre ha pensado en hacer algo para ayudar a otras madres que recién se acaban enterar que sus hijos son LGBTQ+.
Sophia Jimenez comenzó a crecer y tomar notoriedad en la vida nocturna de Guadalajara. Sin embargo, su participación en el concurso de “La Más Draga 2”, le ha ayudado posicionarse como una de las drag icono de la ciudad. Gracias a su amigo Enrique Llamas, es que ella entra al concurso. La primera temporada no le llamó mucho la atención, por lo que no tenía intenciones de inscribirse. Sin embargo fue tanta la insistencia de Enrique, que Sophia Jimenez acudió a la audición para la segunda temporada. En la audición final, donde eligirían a la representante de Guadalajara, hubo un malentendido en el formato de la presentación, por lo que la participación de Sophia Jimenez en el reality, peligraba. Al final hubo dos representantes de Guadalajara, por lo que ella junto con las Red Rabbit Dúo fueron participantes en el show. Sophia Jimenez logró llegar a la final. Mañana sabremos en qué lugar quedó.
A partir de su participación en el show sus fans se han esparcido por todo Estados Unidos, Canadá e incluso algunas ciudades de Europa, donde semana a semana veían el show. Tener este nivel de exposición conlleva mucha responsabilidad, por lo que ella quiere transmitir el mensaje de aceptación, de superación y de lucha constante para que todas y todos sus admiradores luchen por lograr lo que sus sueños le indican.
“Yo no me veo haciendo show más allá de los 30 años” está consciente de que es una actividad demandante, donde su vida es por las noches, donde ella es la diversión de muchas personas. En un futuro le gustaría comenzar un negocio, iniciar proyectos propios en redes sociales o tener una vida mucho más tranquila. Quizá en el fondo tenga muy presente el comentario que su primer pareja le hizo “Los travestis no se enamoran”, y quiere dedicarle tiempo a su realización personal como Guillermo Zetina y no como Sophia Jimenez.
Por hoy tenemos a una Sophia Jimenez en el auge de su carrera artística, con muchos proyectos a realizar dentro del drag, mucho amor por transmitir y mensajes de aceptación propia para todas las personas. Guadalajara la adoptó, la vio renacer, reunió su familia y le creo una nueva familia con personas de aquí. Sophia Jimenez ya es de Guadalajara, y la ciudad la ha proyectado para convertirse una rosa más que ilumina las noches de show con energía, colores, lentejuelas, pelucas y sobre todo, con mucho talento.