¡Qué afán del Universo de querer recordarle a una lo que quiere olvidar!
O sea compras el boleto, pagas el Uber al aeropuerto, haces conexión de dos horas y total que el viajecito duró día y medio con la intención de olvidar la situación de tu estado civil actual (indefinido porque seguimos esperando que el Sr. H se nos decida al divorcio) para que llegando a la aduana del nuevo país, Ecuador, te pregunten tu estado civil…
¿En serio? ¿Mi estado civil es importante para cruzar su frontera Ecuador? WHY! Salí de Guadalajara, llegué a Ciudad de México, esperé dos horas para abordar el siguiente avión en el cual pasé cinco horas para llegar a esta tierra bendita de la que no sé nada, pero eso qué, y lo único que se te ocurre preguntarme es mi estado civil, increíble.
En fin, contesta, sin llorar, pero contesta porque si no aquí te quedas y ni para Dios, ni para el diablo todas esas horas de viaje.
—Casada
Resiste, mujer, resistes la mirada inquisidora del oficial, total eres actriz, ya está. Estiras la mano temblorosa para recibir tu pasaporte, te cuesta controlar las lágrimas hasta la puerta de salida del aeropuerto y ¿ahora qué? Crees que todos te ven en la cara tu estado civil cual letrero panorámico, respiras hondo, buscas transporte para llegar al hotel, das una mirada rápida y eliges los amarillos, los colores primarios siempre son lindos, la chica muy amable y todo, te pide el pasaporte, lo mira un rato, te mira a ti, ya estás lista para responder casi que qué le importa tu estado civil porque si en realidad quiere saber tu estado civil que se chute toda la historia tomando en cuenta que tu estado civil es «complicated» sigues casada, pero estas separada con un acta de matrimonio que no está asentada en ningún libro, si lo piensas bien estás casi soltera.
—Veinte dólares
—¡Dólares!
Revisas tu boleto y reservación ¿Qué país es este? Segura de que no estamos en Cuba pagas la cantidad.
Qué raro, dólares en Ecuador.
Menos mal que guardaste lo que te quedó del viaje a Las Vegas, en fin, ya estás fuera del aeropuerto, escaneas el material, nada interesante, con esperanza subes al taxi tal vez en el hotel esté tu potencial próximo marido, nunca se sabe.
—Buenos días…
—Pasaporte
Estiras el documento, o sea amables, amables que digas no son mucho, pero bueno la cultura.
—Solo tenemos habitaciones con dos camas.
—Pero yo solo quiero una
—Lo siento, las habitaciones con cama son solo para parejas.
Aquí si meditas decirle que estás casada, pero ya no quieres discutir porque además mueres de sueño, listo, duermes hoy en una cama y mañana en otra. Subes a la habitación, tomas un baño de tina, luego revisas los restaurantes cercanos, a ver, a ver, a ver qué hay aquí para hacer. Llamas a un local para reservar, solo parejas, ok, otro, otro, otro y te das cuenta de que la Noche Buena se está volviendo realmente mala en un país que te recibió con la única cosa que querías olvidar: tu estado civil, es inútil, el mundo entero está lleno de parejas que se sostienen de la mano mientras la tuya se seca las lágrimas. Decidida te arreglas, bajas al lobby y después de varios minutos entras al bar del hotel, ya olvidaste que hay hombres, futuros potenciales próximos maridos, ya no te importa, pides canelazo, otro, otro y otro, sales a la terraza, respiras, cierras los ojos, piensas en todas las manos de parejas que se sostienen allá afuera, fuera de ti, de tu realidad, de tu estado civil, pero ya no te importa, abre los ojos, tú te sostienes sola.
¡Feliz Navidad!
¡Bonito fiiiiiiiiin!
Sígueme en Instagram como @nanoviedomx, #SolteraReciclada #KaVoltaVida 🖤