Delgada, piel perfecta, poro cerrado, cintura estrecha, pelo brillante, diente blanco inmaculado y…, ¿la cola? ¿la cola? ¿te has has puesto a pensar en tu cola?
Si piensas en tu trasero es para saber cómo hacerlo crecer en cinco sesiones de sentadillas sin el mínimo esfuerzo ¡Nadie piensa su propia cola hasta que literalmente huele mal!
La salud femenina fuera del exterior se toma casi como una especie de suerte genética que condena al género solo #porquesí y no mujeres, no es así. La responsabilidad de nuestra salud emocional, amorosa, financiera, laboral y física es nuestra.
Está genial vernos muy bien en el exterior, ayuda, sí. Sin embargo es crucial para funcionar correctamente en todo sentido, revisar nuestros dentros diría mi abuela. La cita ginecológica no es algo que deba suceder hasta que sintamos alguna molestia, revisar la salud de nuestros senos podría ser además de una práctica diaria una obligación legal para evitar y/o detectar a tiempo cualquier anomalía.
Las infecciones vaginales no son una suerte maldición, es el resultado del poco cuidado que tenemos con nuestros cuerpos, con nuestra alimentación, son el resultado de desatender esa parte tan delicada de nuestra anatomía femenina que atrapamos en ropa ajustada, puti calzones de uso diario que nos infectan, y olvídense de que yo sea #fanfromhell de los calzones papalote de algodón. Me parece que los puti calzones son geniales los cinco minutos que deben durar puestos antes del súper brinco sexual.
Pero volviendo al tema de la salud femenina en su interior y no hablo del alma, sino de la cola entendida como vagina, útero, senos y partes genitales que la acompañan y la hacen única considero esencial que como mujeres tomemos el cuidado adecuado y eso incluye analizar bien las parejas sexuales con las que nos relacionamos.
“What´s your number?” Es una película interpretada por Anna Farris donde interpreta a Ally Darling una chica que empieza a contar las diecinueve parejas que ha tenido hasta el momento para encontrar preguntarse si alguno de ellos ha sido o puede ser su verdadero amor. La película es en tono comedia y todo muy ja ja, pero la neta es que cuando leemos o escuchamos las parejas que hemos tenido no es tan ja ja.
Cuando estuve embarazada fui con mi entonces marido al médico para revisar el asunto y cuando respondía a su pregunta de cuántas parejas sexuales había tenido hasta el momento el señor doctor tragó saliva mientras lanzaba una mirada como de lástima/consuelo/nosequepedo al Sr. H. Como corresponde yo sentí que había hecho algo mal, hasta me quedé pensando «¡Ay! ¿Habré contado bien?»
Ese día fui consciente de que como mujer el número de personas con las que hemos compartido intimidad debería mantenerse en secreto incluso para quien ve nuestro interior porque ¿A quién le gusta esa sensación culera de sentirse como Hester Prynne de estos tiempos? ¡Obvio a nadie y menos cuando quien quiere colocar esa letra escarlata en nuestro pecho nos pondrá en una mesa de inspección con las piernas abiertas y verá más allá de nuestro femenino interior (no, el alma no) y hasta tomará foto!
Las mujeres en general evitan y/o retrasan las revisiones médicas por miedo al juicio social no solo de algún médico que traga saliva al escuchar el número de parejas sexuales que una mujer ha tenido; sino al poco casi nulo interés en lo que a su salud sexual se refiere.
Hay mujeres que pudieron prevenir el crecimiento de miomas, detectar algún tipo de cáncer a tiempo, evitar que una terminará infección vaginal terminara en infección urinaria; etc.
A las mujeres se nos mete en la cabeza que entre menos parejas sexuales mejor, la realidad es que el número no importa, eso ya es decisión de cada quien, lo que SÍ, SÍ, SÍ importa es hacerlo con toda la responsabilidad y conciencia.
Importa tener bien mapeado en nuestra cabeza con cuántas personas sexualmente hemos compartido nuestro cuerpo con y sin protección, importa contar con una estadística digna de una hoja de Excel sobre nuestro periodo menstrual para que en nuestras revisiones médicas podamos contestar adecuadamente lo que se nos pregunta.
En serio, mujeres, dejemos de pretender ser las doncellas «inocentes» que las novelas de Nathaniel Hawthorne proponían en 1800 y tantos, seamos mujeres conscientes y responsables tanto de nuestra sexualidad como de nuestra salud sexual. Atrás esa vergüenza de nuestros números en la cola por miedo a las letras condenatorias en el pecho, estemos orgullosas de nuestros números que si alzamos la voz, la mirada y denunciamos abusos de todo tipo, alcemos también el teléfono y hagamos esa cita para saber cuál es estado de nuestro interior que el rosa se nos ve genial excepto en un moño en forma de luto ensalzado en octubre de cada año y si el señor o señora médico traga saliva que se trague también su juicio, anote y haga lo suyo que para eso está.
P.D. Y para los curiosos mi número ya se dobló desde aquella visita a la fecha y contando…
¡Bonito fiiiiiiiiin!
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