Por: Ashanti Ahumada | Ilustración de Roacho
Yo creo que nunca he sentido tanto miedo como aquella noche, mi última noche en Tepic, la decisión la tomé meses antes “Me voy a ir a vivir a Guadalajara y ya estando allá, busco trabajo”.
Tenía veinticinco años y nunca había vivido fuera de la casa de mis papás pero ya era hora y no se me ocurrió mejor ciudad que esta. Al final del día estaba a sólo dos horas y media (por si de verdad me “rajaba” y quería volver). Aquella noche no dormí nada, cada que trataba de hacerlo, lo único que pensaba era “Esta es mi última noche en mi casa, ahora va a cambiar todo”, justo ese fin de semana había limpiado mi cuarto, todo se fue en tres bolsas negras para la basura, porque siempre he sido una drama queen, lo único que se me ocurrió pensar fue “mi vida cupo en tres bolsas” y me solté llorando un ratito.
Mi alarma sonó a las tres y media de la mañana, tenía que estar a las cuatro de la mañana en casa de Paco, un amigo que para esas fechas vivía aquí, entonces empecé a tomar mis maletas, justo ahí fue cuando mi mamá entró a mi cuarto y entre lágrimas me dijo “déjame ayudarte”, las dos terminamos de bajar mis maletas y no supe cómo pero el taxi ya estaba ahí esperándome, subimos las maletas a la cajuela y fui a despedirme de mi hermano que seguía dormido, se me hizo el corazón chiquito porque nunca me había abrazado como me abrazo esa vez, pero aguanté, después bajé para despedirme de mi hermana menor y de mi mamá, mi hermana se puso a llorar y mi mamá hizo lo mismo. Me subí al taxi y desde la puerta le dije “No llores Ma, estoy feliz, esto es lo que quiero” las últimas cosas no eran ciertas, una parte de mí se sentía deshecha y no quería irme, pero era ahora o nunca.
Lloré en el camino a casa de Paco y cuando llegué, me calmé porque me daba vergüenza que me viera así. El viaje me pareció corto, llegué a las siete de la mañana, pasamos a un Oxxo y compre algunas cosas para desayunar. A las 11 tenía una entrevista de trabajo cerca de Agustín Yáñez y López Mateos, no me contrataron, pero ya estaba aquí, cuando pasé por la glorieta supe que había tomado la decisión correcta, aquí estaba, yo la estaba viendo y ella a mí, la Minerva.
… continunará.