“Un hombre (ser), que no ha pasado a través del infierno de sus pasiones, no las ha superado nunca.”
– Carl Gustav Jung.
Por Adolfo Bedoy, imágenes cortesía del Conjunto de Artes Escénicas
A través del tiempo, las pasiones han sido reflejadas de muchas y vastas maneras. Algunas veces como buenas, creadoras de vida misma y los mejores sentimientos; otras tantas como negativas. Momentos de tal vileza, que el mayor de los seres podría sentirse repudiado de sí mismo. Creo yo, el resultado no radica en la experiencia, sino en el ser y su realidad. Vaya, no la luz que se refleja, más bien el prisma y sus cualidades para reflejarla.
Cuando refiero todo esto en referente a la violinista americana Esther Yoo, hablo de como puede ella expresar tanto, cosas como técnica, virtuosismo, emociones, anhelos y sueños, tomando la pasión a modo de combustible al hacerlo incendiar a través de las notas que resonaron en toda la sala Plácido Domingo, en el recinto conocido como Conjunto de Artes Escénicas junto a la ya reconocida y querida por nosotros, Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ).
Esther Yoo es un músico nacido en Estados Unidos, siendo ganadora de premios y reconocimientos a través del globo, creando la experiencia necesaria para brindarnos un momento, un regalo si pudiéramos decirlo así, que fue dicho acontecimiento. Por otro lado, la OFJ dirigida por el canadiense Marco Parisotto, llega con un sonido fuerte, ante un poco de nerviosismo natural antes de una presentación como ésta. Los músicos llegan uno a uno a su asiento, toman posición y calentamiento, mientras las notas se apoderan del lugar, centímetro a centímetro.
La hora ha llegado, y es momento de hacer un pequeño ejercicio para el alma. Escuchar.
El concierto constó principalmente de dos piezas. La primera, un concierto de Johannes Brahms, compositor alemán del periodo romántico, y obra titulada “Concierto para violín y orquesta en Re mayor opus 77”. Dicha pieza, nos evoca a una palabra desde que comienza. Cariño. Durante los tres movimientos que contiene, y los muchos momentos de la solista, cada pasaje nos hace pensar el algo supremo, algo mejor. Joseph Joachim la describe cual perfecto y suave, como un diamante, o la nieve misma. La segunda, traída a esta realidad por el compositor húngaro Béla Viktor János Bartók, artista contemporáneo por así decir.
En esta composición, pasaremos por diferentes momentos, lado a lado del compositor, momentos buenos y malos pues él mismo lo hacía, y nos dará una prueba de ello dos años antes de su
partida. Sufría de cáncer y su estado anímico no era el mejor, pero su ideal sobre la música era mayor, y sobrepuso cualquier mal ante la necesidad de seguir siendo el receptor universal que era. El resultado es exquisito a mis oídos. Todos los músicos presentes en la sala estamos en plenitud, tanto los interpretes y los escuchas. De principio a fin, el suceso resultó perfecto.
Cabe recalcar dos cosas para mí. Entre piezas, la violinista nos dio otro regalo. Interpretó una pieza folclórica coreana. Y aunque no recuerdo haber escuchado el nombre, fue algo muy bello. Lo segundo fue la calidad del instrumento de la solista. Un violín Stradivarius Prince Obolensky de 1704, que junto a la suprema actuación de la señorita Yoo, generaba una calidad auditiva envidiable a cualquiera. En conclusión, agradecemos al Gobierno de jalisco por pensar y realizar eventos de tal magnitud y calidad en nuestra ciudad, que tanto la necesita. Lo necesitamos todos. Hasta la siguiente entrega.
Cortesía de Magazine Kiana TV