No recuerdo a ciencia cierta cuando descubrí que me gustaba escribir, pero desde hace muchos años estoy inmersa en el mundo de las letras
Si hacemos un conteo de hoy hacia atrás, es evidente que me gusta escribir y por ende leer. Hoy soy editora de esta publicación digital y de allí hacia atrás hay un sin fin de colaboraciones escritas, primeros blogs, blogs ocultos, cuadernos, diarios, libretas, y hojas escritas de manera aleatoria.
El primer texto que recuerdo – planeado – es una tarea escrita a máquina en una hoja rosa para una tarea de la primaria. De allí recuerdo que pasaba horas en la biblioteca de la secundaria y de la preparatoria. Fue en esa época en la que llevaba un diario, donde contaba extrañas anécdotas o sentimientos, luego por alguna rara razón empecé a cruzar cartas con un compañero con el que fingía que no tenía ninguna conexión, pero diariamente nos dejábamos cartas “ocultas” en la mochila hasta que nos volvimos mejores amigos (y hasta la fecha). Ese bonche de recuerdos serán oro molido para cualquier biógrafo si se vuelve de interés mi historia de vida.
Por esa misma temporada desarrollé el gusto por mandar largos “papelitos” con historias, que en realidad eran “chismes” de lo que pasaba. Me gustaba extenderme y detallar todo. También para acercarme a un chico que me gustaba, le escribí una de las primeras cartas en las que desboque todos mis sentimientos.
Seguidamente viene un periodo en la universidad en el que volví a los diarios escritos en cuadernos, porque al principio de la carrera hacer amigos locales me costaba mucho trabajo. Mis compañeros eran amigos desde la preparatoria y tenían ya armados sus grupitos que parecían impenetrables. Los foráneos seguro saben de qué hablo, estas clicas tapatias a las que algún día le dedicaré algunas palabras.
Escribir ha sido una constante en mi vida. Es la forma en la que he logrado encontrar las palabras correctas para decir lo que pienso. Aun recuerdo que muchas veces en las que estaba enojada con mi madre me era más fácil componer una carta – que muchas veces ella contestó o que ella iniciaba conversación por ese medio – , en lugar de decirlo de frente. No es que la oratoria no fuese mi fuerte, también me gusta hablar mucho, y no tengo problema de hacerlo en público, pero siempre he encontrado en la palabra escrita mi mejor forma de expresión.
Escribir me llena placer, porque puedo volver una y otra vez a esas palabras dichas por mi; puedo ajustarlas para que suenen a lo que quiero decir, y se vuelven un recuerdo palpable de mis pensamientos, casi como una fotografía de ellos.
Con el paso del tiempo descubrí que lo que para mi era una forma de expresión que me permitía enlazarme a mis allegados o liberar mis sentimientos, era algo que otros disfrutaban de leer aun cuando no me conocían del todo. Alguna vez compartí a varias personas mis primeros cuadernos de historias, y me preguntaban “¿no tienes otro?”, o “¿qué pasó después?”.
Es así que poco a poco fui dejando mis escritos en Internet, y hoy día forman parte de esta publicación digital. Es curioso pero a veces olvido que todo esto que he construido empezó, solamente porque yo quería… ¡Escribir! Espero no volverlo a olvidar. | @ana_volta #LunesEnTacones 🖤
Sobre la ilustración. Mi mamá tenía una vieja máquina de escribir Smith Corona, y fue en ella donde hice mis primeros textos de tarea. Aun tengo una máquina de escribir con la que me gusta jugar a ser escritor de otras épocas.