El 10 de Agosto de 2019 se presentó en Guadalajara la obra de teatro musical Jesucristo Superestrella con grandes estrellas del pop mexicano en los principales papeles de la obra
Alejandro Gou quiso revivir la puesta en escena de Jesucristo Superestrella. Un musical clásico autoría de Andrew Lloyd Weber. En una versión suburbana 2019, nos presentan un despliegue de tecnología impresionante, con una calidad vocal muy buena pero dónde nos deja a deber la interpretación de los personajes principales.
Por: Roberto Herández, @robsmx
Fotografías: Carlos Rojo, @zaudare
Cada que se presenta una mega producción de un musical, donde algún famoso sin trayectoria en teatro musical está en los roles principales, no me da buena espina. Hasta ahora la única ocasión en que el resultado fue contrario a lo que pensaba fue cuando vi a Danna Paola en “Wicked”. Ahí sí dije, wow, qué buena actriz y cantante es representando al personaje de Elphaba.
Cuando anunciaron Jesucristo Superestrella el morbo se multiplicó por 7, con figuras como Beto Cuevas, Maria José, Yahir, Leonardo de Lozanne, Enrique Guzmán y Kalimba. Mención especial tiene Erick Rubín, que ya ha participado en otros proyectos de teatro musical. Mi atención estaba en los otros. Había de dos o sería un verdadero hitazo con un duelo de interpretaciones magnánimas o sería una presentación de dos bonitas horas con las canciones de Jesucristo Superstrella en voces de cantantes famosos. Y pues sí, fue la segunda opción.
Un musical en concierto (o algo así…)
En general la obra me pareció un concierto con las canciones de Jesucristo Superestrella. Con un producción magnífica que echó mano de la tecnología y que el resultado es un experiencia visual maravillosa. Vocalmente se nota la destreza de todos los cantantes que ahí están ya que todas las canciones se escuchan hermosas. Y pues dirán, ¿entonces cuál es el problema? Para mí, un fanático de los musicales, si noté que no son actores, que son cantantes. Nunca interpretan las canciones, solo las cantan. No nos cuentan la historia, la cantan. No representan la trama, la cantan hacia el público. Para mi gusto les hace falta dirección escénica.
Pero creo que todo el espectáculo fue creado con ese objetivo, los trazos eran la mayoría para cantarle al público, siempre terminaban en proscenio como si fuera un concierto. Nunca vi una real interacción entre los personajes, si no como charlas melódicas. La historia la conocemos todos y hemos sido testigos de muchas versiones de la misma. Vimos a una Maria José que canta muy bonito, pero que nunca la vi sufrir por el amor a Jesucristo. Beto cuevas fue un Jesús, guapo con porte, con imagen padrísima, con calidad vocal pero con una interpretación plana y en ciertos momento le costaba alcanzar los tonos agudos.
Todos los cantantes caminaban en el escenario (dentro de las escenas) como diciendo “ya llegué a cantar chavos, ahí les va”. Creo que sabían que tenían un soporte tecnológico y visual muy impresionante que muchas veces, incluso, no necesitamos de ver a quién estaba cantando, ya que todo lo que sucede entre animaciones, iluminación y efectos especiales te atrapa más que el personaje o la historia.
Mención especial merece Erick Rubin, que fue el único que lo sentí en varias ocasiones en el papel de Judas, interpretando y sufriendo. La escena donde se suicida es espectacular, la música, el soporte visual y la presencia escénica de Rubín crea uno de los mejores momentos del espectáculo.
Mi reconocimiento a todos los bailarines y a los actores que “no son famosos” ya que en ellos encontré la interpretación y presencia de un musical, con ellos viví un poco de la historia. Ojalá pongan menos famosos y más actores/cantantes con trayectoria en musicales para encontrar un punto de equilibrio entre la maravillosa producción que tienen, la tecnología empleada con el nivel requerido de interpretación.