Una prolongada fila a las afueras del C3 Stage mostraba explícitamente lo que se avecinaría en el joven recinto. No sé lo que Hooky –como lo apodan– piense o pretenda con este tipo de giras, presentando dos piedras angulares de la música de los setenta, y de la actualidad, tocándolos de principio a fin: Unknown Pleasures y Closer, además de un set con lo esencial de la banda que nació tras la muerte de Joy Division, New Order.
Unos lo llaman oportunista. Otros dicen que es la mercadotecnia. Seguir sujeto a las raíces más profundas y arraigadas de una de las bandas gigantes y emblemáticas que ha dado la música inglesa, de la que él fue pieza fundamental, un bajista brillante. Sólo se sabía que Guadalajara estaba de manteles largos, unos grandes y tintados de negro.
Con dos mantas gigantescas detrás del escenario: de lado izquierdo se apreciaba el arte diseñado por Peter Saville, la imagen del primer pulsar en blanco y negro, la tapa del representativo Unknown Pleasures, y del lado derecho la tapa del emotivo Closer.
Bajo unas luces, tenues en color verde, y entre humo, el set comenzó con un toque nostálgico. Una guitarra limpia comenzó a sonar en el entarimado. La canción era ‘Ceremony’. Ésta tuvo una respuesta contundente hacía los presentes. Los coros no se hicieron esperar, haciéndonos recordar los últimos días de vida de Joy Division. Siguió ‘Age of Concent’, ‘Love Vigilantes’, ‘Thieve Like Us’ y la popular ‘Bizzare Love Triangle’.
Conforme avanzaba el show, el calor, así como el ambiente, comenzaban a ser apabullantes. La lista de la primer parte del show se cerró con la canción más representativa de New Order, la cual nos empapó con todo el new wave ochentero, trasportándonos al ambiente de una discoteca inglesa. Todos bailaban al son de ‘Blue Monday’.
La segunda parte estaba lista. Se venía lo sombrío, la pesadumbre y el toque oscuro de Closer. Peter and The Light comenzaron con ‘Digital’, lo cual desató de manera enérgica los saltos de la muchedumbre reunida. El sentimiento en la piel y en los oídos era del punk de la vieja escuela. Las canciones con mejor respuesta de parte del público fueron ‘Insolation’, ‘Colony’, ‘Heart and Soul’ y la emotiva ‘Twenty Four Hours’. Esta parte concluyó con los tétricos y melancólicos teclados de ‘Decades’, dejando al respetable hipnotizado con la tranquilidad sonora que emite esta canción.
Seguía lo que al parecer era lo más esperado por el público: Unknown Pleasures, el ejemplo más puro del post-punk de los años setenta.
Hooky y compañía comenzaron tocando la progresiva canción ‘Dead Souls’, lo cual encaminó de nuevo a los gritos, al sudor, a saltar, a los roces. Después se comenzó a escuchar la ágil y rápida batería de ‘Disorder’. La energía y sentimiento de estar ahí era similar al de estar en un foro setentero. Era lo más parecido, o incluso lo más cerca de lo que podríamos haber estado a una presentación genuina de Joy Division.
Siguieron ‘Day of the Lords’, ‘Candidate’ e ‘Inisight’, hasta llegar a la emotiva ‘New Dawn Fades’. Dos de las canciones más populares del álbum no se hicieron esperar: ‘She Lost Control’ y ‘Shadowplay’ volvieron a encauzar la fiebre de querer más del ex-Joy Division. El bajo ahogado de ‘Wilderness’, el punk y la rapidez de ‘Interzone’ y ‘I Remember Nothing’ fueron el remate de la lista del álbum editado en 1978, pero todos sentíamos que faltaba algo.
Peter Hook no se guardó un emotivo encore, el cual dio inicio con la representativa ‘Atmosphere’. A ésta le siguió uno de los primeros hits de la banda: ‘Transmission’, y la noche se vio concluida con la famosa y aclamada canción ‘Love Will Tear Us Apart’, la más coreada y esperada por todos. Esto se terminó de manera digna, entre aplausos y gritos.
Se percibía el sentimiento nostálgico que para el señor Hook aún representa tocar y cantar estas canciones. Este tipo de shows para los fans son más representativos que cualquier otra cosa. El hecho un ex integrante de Joy Divison venga y toque canciones de una banda que sólo vivió por tres años, y ahora es considerada de culto y una de las más grandes de la historia, nos hace sentir de una u otra forma reconfortados o muy cerca a lo que alguna vez llegó a ser esta agrupación.
No cabe duda que Ian Curtis vive y seguirá viviendo en nuestras mentes y almas.
Texto por: Carlos Castañeda – @Carl_Mora19
Fotografías de Noé Blanco para Ka Volta
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