The Meeting: un encuentro musical de Charlie Hunter, Scott Amendola, el público tapatío y un par de invitados especiales.
Una guitarra electroacústica dio un timbre completamente distinto al esperado en un concierto de jazz, aunque las frases tenían la libertad y la flexibilidad del género. El expresionismo de Charlie Hunter se ampliaba más allá de las notas que salían de su amplificador Fender; pues no se guardó ninguna expresión, grito o sonrisa para sí; sino que los hizo evidentes a su compañero de escena y al público que ya meneaba sus cabezas al ritmo del jazz.
Scott Amendola se entendía a la perfección con Charlie sobre el escenario, respondiendo al hecho de su trabajo juntos a lo largo de sus carreras. Scott tiene un sonido rítmico que involucra mucha tarola y platillos (y hasta un par de panderos que salieron de la nada), dándole vida y brillo a las percusiones con las que dialoga con el guitarrista.
La caja de resonancia de madera de la peculiar guitarra de Hunter le añadía un toque de bohemia a la noche de jazz hospiciada por PALCCO. Eso, unida a la familiar interacción entre los músicos, y a la pequeña sala de cámara del recinto fueron elementos para añadir cercanía a la experiencia de todos los asistentes; quienes sin duda se sintieron conectados al flujo de energía que había en el lugar.
La música fue tomando su curso en un sube y baja de intensidad. Hubieron los arpegios a medio volumen, acompañados de suaves caricias con escobillas en los toms de la batería. Así como rasgueos a las cuerdas de metal y rasguños en los platillos.
Cuando la gente se detuvo a aplaudir al dueto, sin darse cuenta, habían subido dos músicos más al escenario: dos metales de viento reflejaban las luces cambiantes de la escena. Brian Lynch y Víctor Correa estaban, de un momento a otro, respondiendo a los fraseos de Hunter.
Con solos sin prisas, cada instrumento gozó del reflector sobre sí, aportando al cambio de humor de la pieza en su completitud. Los espejeados, pero distanciados instrumentos de viento lucieron su rango, con el brillo de la trompeta y el cuerpo del trombón, añadieron otro piso al edificio construido por Hunter y Amendola.
Así, en una noche invadida por sones caribeños, cuatro de los invitados de honor del Jalisco Jazz Festival compartieron una noche de baile en la sala de cámara de PALCCO.