Nunca imaginé que escribir un post de Onlyfans, y una columna de Lunes, ¡en Tacones! sobre venta de pies, me llevaría a reflexionar sobre lo que hacemos con nuestra imagen y lo que proyectamos una vez que la monetizamos en Internet.
Parto diciendo que, una vez publicada la nota de Onlyfans donde simplemente hablaba de la plataforma desde la perspectiva de uso como herramienta para generadores de contenido – cualquiera que fuera el tipo –, llegaron a Kä Volta, y a mis cuentas personales un número tal de spam / bots / comentarios de venta de seguidores, personas buscando pies (y su monetización) o preguntando sobre el usuario de mi perfil.
También llegaron a mi historias de éxito, historias de quién considera que la plataforma no sirve e historias de terror. Algunas de ellas llamaron mi atención a tal grado que empecé mentalmente a escribir esta columna.
Me di cuenta que a pesar de que sigamos hablando de que cada quien toma decisiones con respecto a lo que hacemos con nuestros cuerpos, sigue habiendo un gran estigma en cuanto a ello y más cuando se trata de su monetización. Vender la imagen abre un espectro enorme de posibilidades que hacen que el creador de contenido con el fin de despachar, haga infinidad de cosas, mientras que algunos compradores no entienden que adquieren solo un producto – llámese foto, video o meet & greet – y no al creador, y comienzan a demandar otras cosas hasta llegar al acoso.
Escuché y leí historias también de pareja. Desde quien considera que su pareja es de su dominio (y les hacen la vida imposible), hasta quienes imagino que deciden no estar con quien no comparte sus valores. Esta última me parece justa, supongo que si lo que hace tu pareja ya no va contigo, está bien terminar sanamente la relación sin exigencias alguna.
Como lo dice el titulo “Su cuerpo, su imagen, sus desiciones y su monetización”.
Al momento de escribir esto, y pensando en un comentario que me dejaron en Twitter sobre “volverse moneda de cambio”, no se cuales sean las limitantes, y como la gente puede protegerse al tomar desiciones de monetizar su imagen / cuerpo (total o parcial) sobre todo hablando de contenido erótico o desnudos. Si bien es cierto que existen las leyes de no divulgación de cierto material sin consentimiento del autor (como la Ley Olimpia), una vez que el material tiene un precio, las cosas cambian. La reputación quien lo pone en venta se ve mermada y las etiquetas no faltan.
Esta vez con este Lunes ¡en Tacones! no llego a ninguna conclusión. Al contrario, siento que me quedan más interrogantes. Por lo que dejo la conversación abierta para retomarla en redes o en otro texto más adelante. Todavía hace falta entender y masticar que pasa con nosotros, nuestro cuerpo, nuestra imagen y nuestras desiciones en el Internet.
Este texto lo escribí originalmente el 21 de Octubre 2021, pero es publicado hasta ahora.