… la verdad es que no recuerdo qué día de la semana era, y esta historia transcurrió hace muchos, muchos años atrás, a la chica del otro departamento.
Lo que si recuerdo bien es que aún había luz de día afuera. Estaba en mi casa y empecé a escuchar golpes y gritos que venían de un departamento y que después se escuchaban en el pasillo. Era una mujer la que decía – “Ya cálmate”. Y él golpeaba y aventaba cosas. En algún momento escuché un chillido y fue cuando me levanté asustada a mirar por el ovillo de mi puerta. Al asomar la mirada logre ver cómo un hombre jalaba del cabello a la chica del otro departamento y ella lo empujaba. Para luego tomarla del brazo, y ella corrió a mi puerta a pedir ayuda.
No pude más que gritar: – “Suéltala”. Abrir la puerta de mi casa y meter a la chica tan rápido como pude y volver a cerrar.
Recuerdo mirarla a los ojos y decirle: – “¿Estás bien?”, a lo que ella en medio del llanto dijo: – “Si”. Le dije que se calmara y que llamaría a la policía. Él regresó al departamento de ella para seguir desbaratando cosas y ella quería regresar para pararlo. Le dije: – “No, espera”. Nuestra conversación era a monosílabas, aunque teníamos ya un tiempo siendo vecinas, en realidad no habíamos cruzado más palabras que un hola o buenas tardes.
Después de unos minutos se calmó. Y ella ya más tranquila quería salir. hasta que él regresó a la puerta de mi casa a golpear, ahora enloquecido diciendo su nombre. – “Sal”. Gritaba, furioso.
Llamada a la policía
Con solo la mirada le dije: – “Ves”. Y ella accedió finalmente a que llamara a la policía. La verdad es que yo pensaba llamar quisiera o no, que necesidad de estar pasando miedos por asunto ajeno.
El hombre siguió tocando la puerta. Mientras hacía la llamada y yo explicaba a la operadora que era la vecina, que estaba a salvo ella aquí dentro, pero que igual temía también por mi seguridad, les puse incluso a escuchar los gritos del hombre aquel por el teléfono, que para este punto seguía retumbando mi puerta bufando y de vez en cuando regresando al otro departamento. A veces cambiaba el tono a “amoroso”. Cual depredador a buscando atraer a su presa.
Debo decir que en aquel momento más que miedo sentía mucho coraje y sentía valentía. Me sentía defensora y estaba dispuesta a cualquier cosa por defenderme a mi en caso de emergencia si decidía a atacarnos a ambas. (Y esperaba que ella sintiera la misma valentía por que éramos 2 a 1, aunque nunca medí nada respecto el agresor ¿qué tal si tenía un arma?).
También en este punto estaba preocupada que mi hermana quisiera regresar a casa. ¿Qué pasaría si se la encontraba afuera?
El hombre después de algunos minutos parecía que había desparecido, todo afuera era silencio.
A la policía le tomó cerca de 15 minutos llegar. Que a mi me parecieron eternos, afuera ya no había luz. Vimos la torreta de luz azul y roja colarse por la ventana. Para estar a salvo ambas creímos que teníamos que salir. Al ver la policía los otros vecinos (cobardes y chismosos) salieron.
El hombre estaba en el otro departamento. Entraron por él y ya lo estaban subiendo a la patrulla. Salimos. La chica del otro departamento explicó a la policía la situación: una cosa completamente diferente a la que me dijo a mi y a la que yo viví. Entonces la policía lo bajo. Se fueron y cada quien regresó a su departamento.
El hombre me miró horriblemente con una mirada amenazadora y a la que yo no le baje la mirada. Tomo a la chica del brazo y la volvió a meter a empujones a su departamento. Todo había sido en vano.
Al hombre jamás lo volví a ver.
Realmente espero que ella lo hubiera terminado. A ella solo la encontré 1 o 2 veces más en el pasillo antes de mudarme nuevamente de departamento y solía correr a meterse a su departamento con la cabeza baja. Como avergonzada conmigo por lo sucedido. (Y no tenía por qué).
Desafortunadamente el incidente me hizo entender porque la policía toma a la ligera estos casos de violencia (que no debería ser así, ¿pero qué más pueden hacer si la víctima no quiere denunciar o decir que está pasando? No hay un con qué perseguir. *En el año que sucedió, esto que sería considerado violencia familiar – al ser su cónyuge -, no se perseguía de oficio.). No se si por miedo, por amor o una mezcla de ambos hay víctimas que terminan encubriendo a sus agresores.
Se que jamás permitiría que alguien me tratara así, ni a nadie que conozco.
Rompan todo
Entiendo el enojo que causa esta violencia, entiendo por que gritan y salen a las calles, por que hierve el alma y por que duele. Al final casi siempre el agresor es alguien por el que tienes sentimientos, con el que tenías sueños o planes.
Con el tiempo también he aprendido que no todos los hombres son así. Que definitivamente las conductas violentas son aprendidas y reforzadas. Si por cada conducta violenta hay una respuesta positiva o favorecedora o simplemente no se repele o aleja, se repetirá.
Hay un placer en tener el poder, y que esta es una conducta arraigada psicológicamente en la psiquis del ente violento. Tanto hombres como mujeres pueden serlo. La gente entra en un estado de trance por la supervivencia y que puede ser adictivo.
Esta historia, la de la chica del otro departamento sembró raíces en mi mente, y cada que la pienso duele. No pude hacer nada, pero espero que ella sí haya podido hacer algo y salir de allí a tiempo. | #LunesEnTacones de Ana Volta, #KaVolta 🖤.