Siempre pensé que sería solterona. Ya me había imaginado una historia en la cabeza donde nunca me casaba y vivía bien. Sería una rara mujer sofisticada y que viajaba mucho. Sin hijos. (Aunque mi mamá pusiera el grito en el cielo).
Me había hecho a la idea de ser solterona, estar sola, y la pasaba bien conmigo misma. Incluso me di a la tarea de aprender cosas de reparación del hogar, tipo albañilería, carpintería y algo de plomería básica porque uno nunca sabe. Hay buenos canales de YouTube al respecto.
Antes de declararme formalmente solterona hubo un periodo previo donde secretamente guardaba la esperanza de conocer a alguien que “me completara”. Recuerdo haber regalado costales de naranjas tratando de encontrar mitades.
Según yo tenía una lista escrita de precisamente como quería que fuera “el hombre que me quitara la idea de ser solterona”. Hasta había elegido qué profesiones quería que tuviera para que “me complementaria”. (Sí, como aquél fulano que alguna vez apareció publicado en Twitter).
Pero cuando decidí ser solterona formalmente, agarre esa lista y empecé a hacer yo, y ser yo cada una de esas cosas allí. “Quería un hombre que tomará buenas fotos”, empecé a esforzarme en tomar mejores fotos, de mi y mi entorno. Así que esa lista del hombre ideal se convirtió en esa mitad que me faltaba a mi. Y créanme que varios con las características intentaron satisfacer o llenar ese hueco, cosa que aun teniendo todo lo listado, nunca cumplieron.
Eventualmente me di cuenta que no podía encontrar a esa otra mitad cuando yo no estaba completa. Con mi nueva resolución decidí que sería solterona para encontrarme a mi misma.
Lo irónico es que, estoy casi segura que el día en que conocí a mi actual marido fue el día que ya había decidido dejar de estar buscando, y el día en el que me sentí completa. Era solterona 100% y había encontrado el amor de mi vida. (CONTINUARÁ) | #LunesEnTacones x Ana Volta, #KaVolta 🖤